jueves, 7 de abril de 2011

La soledad de mi cuvil, aunque aveces tranquilisadora, es también sentimiento de desolación para el cuerpo que contiene la alma incompleta...¿Alma?
Si, de ella deceo hablar. Esa energía, ser, conducto, proceso, invensión, trozo, obstáculo, propulsor, grillete, escencia, conjunto de música sináptica.
¡Ella! está intranquila. No se sostiene por sí sola, es dependiente de la libertad. De una que no procede del desdén a la asociación, si no todo lo contrario.
Son los múltiples momentos con su compañera los que logran desarrollarla, en especial cuando sus dos envaces se conectan para concretar a la tercera precencia que hace el amor con ellos, su relación.
Ambas juegan, se revuelcan y elevan como asas de luz que al moverse forman espirilos en el universo. Condensan todas las emociones y las racionalidades para explotar de tal forma que ni la capacidad de tres big-bang simultaneos lograrían la magnificencia estelar de solo un ápice de su dimensión. No contentas con eso dedican tiempo en jactarse de que son mejores que cualquiera, no diferentes, como diría algún teorico o teorica, se comprenden así, disfrutan de su diferencia y la gozan como su propio mundo, superior y aislado. Pero apesar de todo la que recide en mí, que es tan nuestra, tirita solo con cien metros de distancia y responsabilidades autoimpuestas.
¿Juntemosnos, juntemoslas? Con seguridad removerán cada particula que se encuentre alrededor y construirán vida, comunidad. Revosarán de alegría con tan solo estar unidas en la creación de un edén real, que sabiendo que jamás lo disfrutarán, gozarán como si en el estubieran por que la praxis lo es para ellas.
En la dicotomía de lo material y lo espiritual, justo en el centro, ahí estamos. Sirviendonos del brevaje de la vida y nuestras almas críticas, nadan en nuestra copa aún jugando, aún revolcandose, aún explotando y así seguirá siendo.

sábado, 8 de enero de 2011

Lo más bello, de las pocas cosas conciderables, que he aceptado dentro de mi ser alienado es el profundo enamoramiento hacia tí, más así, lo comprendo como el acto de mayor libertad que he podido jamás efectuar.
Hoy cuento los segundos pues se que cuando nos encontremos se manifestará la espontaneidad que sólo juntos demostramos, aquella como la de una infante que critica a Padre Tiempo y su séquito de reglas por la fidelidad que debe a la dominación.




reflexiones de una croquera abandonada en una cuadra vacía.